Colombia, un viaje al Triángulo Cafetero

Los amantes del café, baristas y sommeliers, profesionales o bon vivants, en algún momento se plantean hacer un viaje relacionado con las raíces de la bebida. Un café premium tanto ofrece que hace soñar con esta visita, de donde sin lugar a dudas, se va a regresar como otra persona. 

 

Uno de los grandes destinos de café es Colombia, y todo aquel apasionado del café no puede dejar de visitar, entre tantas otras, la zona conocida como el Triángulo Cafetero. El país, que se encuentra al norte de Sudamérica, es el tercer productor de café en el mundo, pero también el más reconocido: Su sello “Café de Colombia” es sinónimo de calidad y por la que se ha ganado Denominación de Origen e Indicación Geográfica Protegida otorgado por la Unión Europea.

Colombia produce exclusivamente la preciada variedad ‘Coffea Arabica’ en tierras altas de las cordilleras andinas oriental, central y occidental. Este cultivo llega hasta los 2.000 m por encima del nivel del mar, en condiciones climáticas y de suelo determinantes para obtener un café muy suave y aromático.

El café, originario de África y producido en Sudamérica

Muchas personas al hablar de café sitúan su origen equivocadamente en Sudamérica, como producto originario de los tantos que nos ha traído y revolucionado la gastronomía europea. Las razones de este equívoco son muchas y variadas, aunque el hecho de que buena parte del café consumido actualmente venga de países de esas latitudes, y que el primer productor mundial se encuentre en América del Sur es una de las principales causas. Dado que es interesante aclarar que es Brasil el mayor productor mundial, con mayor parte de producción de la variedad Robusta.

 

Lejos de Sudamérica, la cuna del café la encontramos en África, concretamente en lo que hoy conocemos como Etiopía. De allí, el grano viajó a Europa y desde el Viejo Continente y de la mano de los muchos europeos que se lanzaron a la aventura americana, el café llegó al otro lado del Atlántico. Luis XIV envió unos granos para su cultivo en Martinica, y fue por allí por donde entró al continente americano. 

 

A causa de la revolución haitiana ocurrida entre 1791 y 1804, primer movimiento independentista sudamericano, muchos emigrantes europeos escaparon a Brasil y llevaron consigo el café, lo cual convirtió a ese país, con el paso del tiempo, en el primer productor mundial. 

 

En Colombia se plantaron las primeras semillas en 1732, llevadas por los misioneros Jesuitas españoles. El resto de países sudamericanos no quedaron al margen de las bondades de este nuevo cultivo y desde el siglo XVIII se produce café con fines comerciales en Ecuador, Venezuela, Perú y Bolivia. 

Oro negro

Las semillas del preciado “oro negro” fueron sembradas por primera vez en el país en Santa Teresa de Tabage, población fundada por la Misión Jesuita, localizada entre el río Meta y el río Orinoco. En 1736, las semillas fueron llevadas a Popayán, y se plantaron en un monasterio local. Desde entonces existen muchos documentos que hacen referencia a que el café fue plantado en varias áreas del país y como rápidamente creció y floreció.

 

Una historia tan rica y una bebida tan deliciosa hacen también a Colombia como un destino turístico inigualable. Y para quien su punto de mira está puesto en el café en su versión más exquisita, no puede obviar el Triángulo Cafetero. En esta región, que ocupa tan solo el 1 % de la superficie del país, abastece la mitad de la producción nacional.

El Triángulo Cafetero, el corazón del café

Recorrer el Triángulo Cafetero, también conocido como Eje Cafetero, significa adentrarse en la historia viva del país, su gente y el porqué de su excelente café. Es algo más que una seguidilla de pueblos pintorescos, comprendida por los departamentos de Caldas, Quindìo y Risaralda. Los espléndidos paisajes del Triángulo del Café en Colombia en 2011 fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco .

 

La hospitalidad de los habitantes, el inconfundible aroma de los cafetales, la arquitectura colonial y las impresionantes vistas son suficientes para emprender el viaje para descubrir senderos fuera de ruta donde se pueden visitar las típicas fincas, parques temáticos, balnearios, pero donde también es posible practicar deportes extremos y caminar senderos ecológicos. 

Además del inolvidable paisaje, se podrán escuchar los  cantos de los caficultores colombianos que evocan todo el trabajo artesanal y dedicación que está presente en una taza de café, el esfuerzo incansable de las manos que arrancan los mejores frutos que se transforman en una de las bebidas más populares del mundo. El café de Colombia, famoso, apreciado y exportado a todo el mundo, tiene mucho que contar y mucho para descubrir.

El infaltable para un viaje completo

Viajar es enriquecedor y se aprenden muchas cosas diferentes. Más en un viaje de estas características, temático y centrado en algo que amas profundamente, el café. Aprendes y entiendes cómo llega a tu taza: desde la cosecha en las plantaciones, pasando por la selección de los granos, hasta su degustación. Sus distintos procesos que hacen que el mismo grano pueda ofrecer distintos sabores y aromas, dependiendo del tipo de tostado, torrado o de su molienda.

 

Pero sin duda la perla de un viaje de esta especie es la posibilidad de pernoctar directamente en una hacienda cafetera. ¡Olvídate de los hoteles! Este es un viaje para ir al hueso, no perder ni un solo instante y aprovechar un tour de primera mano con los propietarios caficultores. Mucho mejor si es una hacienda histórica.

Haz tu maleta porque Colombia y el mejor café premium, Arabica y de denominación protegida, te están esperando. Un país rico en belleza en cada rincón, con gente de extraordinaria amabilidad y disponibilidad. Un país donde se pueden vivir experiencias diferentes e inspiradoras, gracias al perfume del café, porque como dice el refrán, “un café 1984 es siempre una buena idea”.

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