Otros estudios recogen los efectos secundarios de un consumo de café por encima del límite diario, alteraciones que se hacen más agudas cuando no seleccionamos un café soluble de calidad como las variantes arábica y robusta de Cafés 1984. El primero es la inquietud. Así, el efecto estimulante de la cafeína favorece el nerviosismo y la ansiedad, y en dosis elevadas puede ser perjudicial, ya que tiende a aumentar la sensación de estrés hasta niveles preocupantes. Por otro lado, puede aumentar el ritmo cardiaco y, por lo tanto, favorecer la aparición de taquicardias y temblores.
El segundo, en orden de importancia, es el insomnio, porque, como es sabido, la cafeína altera el sueño. Se trata de un efecto directamente relacionado con el anterior, y es que el nerviosismo y la inquietud hacen que sea mucho más difícil conciliar el sueño.
La adicción es otro de los efectos perjudiciales del café. Consumir regularmente grandes cantidades de cafeína hace que se desarrolle una intolerancia a la misma, por lo que las dosis necesarias para sentirse despierto y enérgico son cada vez mayores. Como con cualquier otra sustancia adictiva, al dejar de consumir cafeína, aparecen los síntomas típicos de la abstinencia: confusión, irritabilidad, dolor de cabeza, cansancio…
Otro de los problemas asociados al consumo excesivo de café es la fatiga. Las bebidas ricas en cafeína tienen la capacidad de aumentar el nivel de energía, pero si se toman en exceso, pueden provocar un efecto rebote después de que el organismo absorba la sustancia, derivando en una sensación de fatiga.
Su efecto laxante, de nuevo, puede acarrear problemas digestivos como diarreas, dolor abdominal e incluso afecciones como la irritación del colon. Además, esto no surge únicamente por su condición de laxante, sino que la cafeína también contribuye a que la cantidad de ácidos en el estómago aumente, provocando reflujo gástrico e incluso úlceras.
Se trata de efectos fruto de la ingesta excesiva de café, que se produce sobretodo con el consumo de productos de mala calidad. Si el café no es bueno, es más difícil sentir enseguida el efecto energizante de la cafeína, por lo que tendemos a beber más cantidad, con los consecuentes efectos perjudiciales para la salud.