Por mucho que la palabra ‘frappé’ suene a francés, no es en tierras galas donde nació la fresca bebida veraniega.
La verdadera historia comienza oficialmente en Grecia en 1957, durante la Exposición Universal de Tesalónica. Si el año de su nacimiento es preciso, las versiones de su invento no lo son: la épica necesita tanto de lados oscuros como de nombres propios para ser más atractiva y atrapar la curiosidad. Cuenta la historia, o el mito griego, que un representante de ventas de Nestlé en Grecia, Dimitrios Vakondios, tenía tantas ganas de un café que se las arregló con lo que tenía por falta de agua caliente (dicen algunas fuentes), o para combatir el calor de la feria (dicen otras).
Dimitrios Vakondios improvisó una mezcla agitando café soluble, hielo, azúcar y agua fría: había nacido el primer frappé, que provocó primero una tormenta cultural en Grecia y luego se expandió en el mundo, no sin antes pasar respetable tiempo. Fue durante los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 cuando la prensa internacional cayó rendida a sus pies y las crónicas del momento relataban deportes y daban a conocer el frappé.
El café griego toma el nombre de frappé por la declinación de la palabra griega ‘frapedaki’, que significa ‘café batido griego’, ‘café helado’, ‘batido de café’. Se llame como se llame, basta el tiempo de un sorbo de la refrescante bebida para elegirla como la bebida del verano.